lunes, 6 de abril de 2020

Desaparición, o la realización de algo que nunca estuvo ahí

Estaba sentado en una banca de un parque que no sabía cuál era. Había olvidado como llegué ahí, o por qué fui hasta ese sitio, pero parecía estar esperando a alguien, o algo. La banca estaba bajo la sombra de un árbol que no sabía identificar. La vista daba hacia un lago artificial en el centro, donde parecía haber algunos animales haciendo vida. Se oía el graznido de los patos, y a veces pasaba uno cerca de mí esperando comida, quizá. Iban y venían perros, que se sentaban a mi lado o me miraban esperando una caricia para luego seguir su camino.
Pero aún parecía estar esperando a alguien. Llevaba ya un par de horas en esa banca, sin poder juntar realmente un motivo por el cual levantarme e irme... ¿a dónde iría? ¿dónde debería estar sino ahí?

Era un día soleado, hacía un buen tiempo, y yo estaba sentado en esa banca, bajo la sombra de un árbol... ¿esperando a alguien?

Lograba oír muchas voces en el parque; estaba lleno de familias, parejas, grupos de amigos, niños, niñas, mascotas, personas vendiendo... oía todo, aunque no entendía nada de lo que decían. Solo era ruido.
¿Solo era ruido?
Logré distinguir un "hola" cerca de mí. Pasaron algunos segundos y la voz no recibió respuesta, así que repitió: "hola". ¿Me estaba hablando a mí? estaba esperando a alguien, después de todo... aunque no sabía a quien o por qué. Le respondí.

Cuando la conversación tenía ya un tiempo me di cuenta que había una sombra a mi lado, justo afuera de lo que cubría la del árbol. La sombra de una persona. Estaba hablando con ella, supongo, y lo estaba disfrutando. Quizá la sombra es la persona que estaba esperando. Hablarle me hizo darme cuenta de lo solo que había estado en esa banca, o en el tiempo antes de estar aquí, que parecía haber olvidado. Me sentía acompañado compartiendo con la sombra que me hablaba.

Hasta que ya no.
La sombra había dejado de hablar tan repentinamente como empezó. Empezó a crecer de a poco las ansias de saber por qué había dejado de hablar, ¿había dicho algo malo? ¿había hecho algo mal? ¿se aburrió?
No tuve ninguna respuesta, sin importar cuanto preguntara.
Me armé de valor para mirar hacia atrás, pues seguía viendo la sombra a mi lado.

Detrás de mí había una sombrilla enterrada en el suelo, con un sombrero encima.

sábado, 27 de julio de 2019

_camanchaca_

Desperté.
El ambiente era denso,
¿siempre fue así?
Costaba respirar,
costaba moverme
¿me estaba moviendo?
sentía que no estaba solo,
que alguien me estaba esperando,
¿o yo le esperaba?
Sabía que tenía que encontrarle,
o
¿encontrarme?
¿encontrarnos?
No veía sino neblina,
pero sentía que me acercaba,
o ella a mí.
¿de verdad estábamos lejos?
Me sentía ansioso,
pero feliz
¿por qué?
aún no nos encontramos,
¿o sí?
¿de verdad estábamos lejos?

Finalmente le vi,
"te veo",
alcancé a decir,
¿o ella a mí?
"te veo",
respondió,
¿o fui yo?
Me tendió su mano,
¿o fui yo quien lo hizo?
y me sostuvo,
o le sostuve,
pero nos hizo avanzar.
No había más niebla,
¿alguna vez la hubo?
era ahora extraño flotar,
pero sentir los pies en el suelo
¿era arena?
Oía el mar,
¿o era ella?
¿era paz?

Ahora avanzamos.
Siempre,
avanzamos.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Contacto

Hace mucho que no he escrito nada, y no viene a mi mente si es que he hecho una entrada en este pequeño blog hablando, contando un poco de mis cosas y mi alrededor en lugar de una historia ficticia (con toques de realidad), así que he decidido en este momento, un martes a las 0:51am, independientemente de cuántos días me demore y cuantas horas esté borrando textos que empiezan a escribirse solos, contar un poco sobre mí, a quien pueda (o no) importar. No se muy bien qué camino tomarán las palabras que escriba, suponiendo que sigan alguno; si tendrá pies pero le faltará la cabeza a esta entrada, así que es muy probable que hayan fragmentos inconexos entre sí: dispersos, sueltos, sin sentido.

Siendo una persona tan poco sociable como soy, el tema de hacer amigos no es algo que se de con facilidad, aunque de alguna manera siempre termino rodeándome de personas amables en los pequeños (y pocos) grupos de personas de los cuales medianamente soy parte. Por alguna razón que desconozco tiendo a caer bien, a pesar de tomar parte en conversaciones en pocas ocasiones, y limitarme a pocas palabras en esos momentos. Frecuentemente disfruto estar rodeado de estas personas, incluso sin tomar parte en ninguna conversación; me gusta oirlas, verlas, sentirlas cerca de mí. Creo que me siento un poco en paz estando con personas con las que no es necesario que hable para estar bien. Sin embargo también, a veces huyo de esas mismas situaciones. En ocasiones evito estar con estas mismas personas con las que disfruto estar, pensando, quizá, lo poco interesante que debe ser pasar tiempo con alguien como yo de forma frecuente... en parte. Es agotador para mí a veces tomar parte en estas interacciones a pesar de disfrutarlas y atesorarlas enormemente. Con mucha frecuencia disfruto estar solo, aunque desprecio la soledad. Me he visto en ocasiones ignorando mensajes o invitaciones sin decir nada (lo siento), para luego pasar tiempo pensando "¿por qué hice eso?". Claramente, suelo arrepentirme de rechazar estas invitaciones, pero, cómo actuar con normalidad con una persona a la que ignoraste, ¿no?
De verdad no es lo mío.
A pesar de todo eso, he logrado conocer excelentes personas en mi estadía en este país que han hecho que estar aquí sea algo muy bonito, aunque también me he distanciado de ellas, lamentando únicamente una. Me acostumbro a las personas, pero no soy cercano a ellas, al menos hasta el punto que podríamos llamarnos amigos, y se que muchas de las relaciones que establecemos en nuestra vida son breves y pasajeras, pero creo que todos tenemos amistades que queremos conservar por siempre, personas que queremos cerca. Personas que quiero cerca, aunque no hable, aunque solo esté... pero.

La mayor parte del tiempo estoy escuchando música. A veces sin darme cuenta, a veces porque quería escuchar un tema en particular, pero siempre hay algo sonando. Escucho muy poca música en español; en su mayoría son temas en otros idiomas, o grupos instrumentales. Cuando estoy solo me gusta que hayan sonidos, ritmos, ruidos incluso para acompañarme, aunque por alguna razón, nunca busco estos acompañantes en la tv.
De la misma forma cuando estoy fuera de casa, si estoy solo y voy a algún sitio, siempre estoy escuchando música. Una buena parte de las ocasiones en que no lo hago, las conversaciones en el transporte público o la calle en general suelen ser discusiones, insultos, temas de deporte o política, por no decir que los sonidos del tráfico, claxon, neumáticos, vendedores y demases del centro de la ciudad no son precisamente placenteros, al menos para mí.
Procuro no escuchar música fuera de casa si estoy con otras personas, pues no parece muy educado, o si estoy en mi casa o de otras personas, pues los gustos pueden no ser los mismos, y es mejor no molestar.

Disfruto mucho aprendiendo otros idiomas, y actualmente tengo el gusto de estar estudiando el que sería el segundo (sin contar el español, claro) en mi repertorio. A veces no se cómo responder a la pregunta de por qué me gustan los idiomas, o por qué estudio este en particular más allá de porque me gusta aprenderlo... me parece maravilloso poder manejar situaciones cotidianas en otros idiomas cuando hablo conmigo mismo en casa o cuando pienso, y es aún más satisfactorio cuando puedo darme a entender y entender a una persona que me habla en otro idioma, sin utilizar el español o el inglés de por medio (conversaciones básicas, pues apenas llevo un año). Espero poder aprender muchos idiomas y de las culturas asociadas a ellos. Quiero conocer el mundo también a través de esto. Quiero aprender del mundo, y hablar con el mundo.

sábado, 24 de junio de 2017

싸우다, luchar

Se encontraba nuevamente luchando contra una figura desconocida. No sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez, o desde la primera. Duda siquiera de que alguna vez se hubiera detenido, y la lucha hubiera sido constante desde un tiempo que hace mucho olvidó. No sabía quién o qué era: estaba todo siempre oscuro, apenas pudiendo ver algunas luces a los lejos, apenas pudiendo oír algo más que los golpes que la figura lograba acertarle. A veces sentía que no estaba solo, que no era el único luchando; algunas luces pasaban cerca de él, y escuchaba los ruidos de los golpes. Demasiado cansado para luchar, intentaba pedir ayuda a aquellas luces, pero era muy tarde ya para cuando lograba alzar la voz: ya se habían alejado demasiado. 
Lograba a veces resistir los golpes y avanzar un poco, pero solo antes de recibir más golpes que lo harían retroceder en un instante todo lo (poco) que había logrado avanzar. Intentaba aprovechar la luz de las demás figuras que se acercaban para intentar ver contra qué ha estado luchando todo este tiempo, pero nunca lograba ver más que una silueta oscura frente a él, siempre lista para responder.  
Tras recibir un golpe, el más fuerte que recuerda, cayó en el suelo, incapaz de levantarse. Agotado, permaneció allí por tanto tiempo que a veces olvidaba cómo había llegado al suelo. A veces estaba determinado a levantase, creyendo tener energía para encarar a la criatura y lograr avanzar, pero tenía miedo de volver a ser derribado, y de esta vez no poder levantarse.  
Había casi descartado por completo la posibilidad de levantarse y seguir luchando contra la criatura, con demasiado miedo de levantarse, pero con igual miedo a quedarse allí, hasta que una de las luces le alcanzó y se detuvo a su lado. Nunca había visto a una de las luces tan de cerca y tan bien: tenía su propia gracia y brillaba diferente a las demás. Era pura, era magia. Antes de lograr llamarle, la luz le señaló a la criatura contra la que había luchado todo ese tiempo: él mismo. Aterrorizado, se dio cuenta que todo ese tiempo había estado lucha contra él mismo, pero nunca había logrado vencer. La luz a su lado dejó de luchar, y miró a la figura aterrorizada en el suelo, esbozando una pequeña sonrisa de entendimiento, a la vez que le tendía la mano. Sabía que ella no podía ayudarle a luchar contra sí mismo, pero sí podía ayudarle al estar ahí, alumbrando el camino que por primera vez había logrado vislumbrar. Tomando su mano, empezó a caminar junto a la luz, esquivando los golpes que su reflejo lanzaba, avanzando un paso tras cada uno de ellos. 
A veces perdía de vista a su luz, y se permitía retroceder hasta encontrarla, y en esta ocasión tenderle él la mano a quien le había salvado.
A veces, se sentía feliz avanzando. 
A veces, avanzaba junto a ella.
A veces, a punto de caer, recibía una mirada, una sonrisa, recordándole por qué debería avanzar.

jueves, 26 de enero de 2017

Apagar -¿se?-

El pequeño ser de oscuridad quedaba cegado ante la luz que le rodeaba. Su pequeño corazón había hecho una barrera con el mundo exterior, pero de vez en cuando algunos rayos de luz lograban colarse entre sus capas, haciéndolo sentir un calor extraño, un apego a esa luz extraña que lo dejaba ciego...
El pequeño ser, incómodo día tras día ante su labor de armar su rompecabezas entre tanta luz, pasaba períodos muy largos sin lograr avanzar nada, muchas veces retrocedía, y terminaba en el mismo punto, sin embargo ese era su camino; no era un rompecabezas fácil, estaba compuesto de piezas extrañas: se movían, cambiaban, sentían, lo miraban. Ante esto, el pequeño ser había aprendido a no frustarse por ir armando el camino a ciegas, sin saber bien si las piezas encajaban, o si solo parecían estar bien. A veces las piezas le hablaban, algunas eran oscuras, como él, y otras eran más claras, casi tanto como la luz que lo rodeaba.
Había pasado mucho tiempo centrado en su rompecabezas, a veces incluso se divertía en compañía de las piezas; algunas eran graciosas y sabían cómo hacerlo sentir bien a pesar de ser tan distinto a su entorno. Otras veces, algunas piezas malas solo querían molestarlo, pero aprendió a ignorarlas: no todas las piezas encajaban en su rompecabezas.
Súbitamente, la pequeña criatura notó que algo en su ambiente había cambiado; notaba que había algo más que él y sus infinitas piezas cambiantes: había otro ser cerca de él. No lograba distinguir la naturaleza de este, si era un ser oscuro, como él, si era un ser de luz, o si era uno de esos seres mixtos que él mismo se había inventado, queriendo creer en un balance entre tanta ceguera y piezas parlantes. Estaba un poco emocionado ante la presencia de otro ser, aunque no pudiera identificar de dónde venía, qué quería o qué hacía allí con él, solo notaba que estaba cerca, y con el paso del tiempo podía notar que tanto él como ese ser estaban a una distancia mínima. Él seguía en su rompecabezas, fingiendo escuchar a las piezas que le gritaban todo tipo de cosas, desde acercarse al ser, alejarse, u otras a las que no les importaba que hubiera otra presencia.
Sin embargo, el pequeño ser de oscuridad quedó paralizado al notar que su rompecabezas estaba siendo movido, y esta vez no eran las piezas jugándole una broma: era el otro ser. Estaba muy cerca de él, ayudándole con su rompecabezas, y aún así no podía identificar sus colores. Decidió quedar en calma ante la presencia invasora, parecía un ser tranquilo, igual que él, y no parecía estar haciendo mal. Se dio cuenta que su ceguera era cada vez peor, y la luz a su alrededor le impedía ver bien su rompecabezas, y mucho menos a la otra presencia. Tampoco oía a sus piezas, parecían haberse quedado en calma todas juntas, y eso le inquietaba; no tenían su ruido habitual, no jugaban entre ellas, no se desordenaban solas.
Pasado mucho tiempo, el pequeño ser logró oír un grito proveniente de su rompecabezas: una pequeña pieza de luz estaba fuera de su sitio, y él sabía bien que ella estaba en su sitio. Tomó la pieza, y por fin pudo ver a su rompecabezas, y también pudo identificar la presencia. Aterrorizado, vio como sus piezas estaban tristes, muchas estaban mal puestas, en posiciones extrañas sobre el tablero, y habían muchas piezas que él nunca había visto. Ahogando un grito, y con todas sus fuerzas de pequeño ser oscuro, alejó a la presencia que le había acompañado este tiempo, sabiendo por fin su forma y su color.

Eventualmente, el pequeño ser logra poner en orden su rompecabezas con la ayuda de sus piezas, y con lo que ellas le han enseñado. La pequeña pieza de luz que había recogido, era una pieza muy importante.
Se dio cuenta que ahora era un ser de luz, y si bien a su rompecabezas le faltaban aún muchas piezas, se dio cuenta que también habían muchas que sobraban.
Ahora estaba rodeado de oscuridad, pero el pequeño ser de luz podía alumbrar su propio rompecabezas.