lunes, 24 de febrero de 2014

ípsilon

Así como todo ser humano que se proponía algo, sufría la consecuencia de ello: el miedo a no lograrlo.
No motivado por su pasado y con un futuro no muy alentador, el soñador se propuso algo;  más bien, se propuso alguien. Todo sueño es visto como imposible en algún momento, y mientras más cerca se está, puede llegar a verse lejos, y el miedo y el terror de que los esfuerzos sean en vano inundan el cuerpo del soñador, de este soñador.
Pensando que quizá en ninguna búsqueda encontraría a alguien, dejó de buscar; lo que no sabía, su búsqueda había terminado siquiera antes de pensar empezarla.
Quizá pesimista preventivo, cada paso que se acercaba a su sueño le parecía una ilusión y le daba miedo pensar que en realidad no se había movido tan solo un poco. Más ilusorio aún fue darse cuenta de que, cuando se dio cuenta de que sí se había movido, ya había llegado a su sueño.
La distancia que en su mente le había estado separando durante tanto tiempo era mucho más corta de lo que aún podía creer, y habiéndo recorrido esa distancia, descubrió que ya la había trazado desde tiempo atrás, pero su miedo le hacía pensar que apenas y podía ver el camino.
El soñador aún se encontraba atónito cuando veía que su sueño estaba frente a él; que le abrazaba.

Apenas dando unos pasos en su recién descubierta realidad, muchas veces se encontraba todavía en búsqueda de su sueño, sólo para volverle a encontrar, sólo para verle allí; sólo para verle.
Supo que debido a su inconsciencia durante el acercamiento a su sueño, se dejó muchos detalles, y todavía no conocía del todo a su sueño, aún habiéndole encontrado, aún teniéndole. Debido a esto quizá, le veía de una manera que le incordiaba: inalcanzable. Aún, inalcanzable.
Se veía indigno de su sueño, incapaz de ser merecedor de tenerle, destinado a su búsqueda abandonada y a la soledad a la que se había acostumbrado.
Sin embargo, ahora consciente, viéndose él mismo enlazando sus dedos con su sueño, renunció a esas visiones, y estando más en la realidad de lo que nunca había estado, se decidió a mantener su sueño consigo.
Ahora, su sueño es conocer la naturaleza de su acompañante. Su sueño ahora es conocerle. Su sueño es que le conozca, y aún así, se quede junto a él.

viernes, 14 de febrero de 2014

atrapasueños

Todavía ignorante de la felicidad que poseía, la melancolía llegaba a su puerta. Resignado y cabizbajo, le dejaba pasar.
Sabía que nunca iba a dar una despedida definitiva, pero la vuelta de su tristeza no era, lógicamente, felizmente recibida. Sin embargo, poca fuerza se oponía, o eso sentía.
Una vez con su tristeza, esta se hacía más grande cuando se daba cuenta de que había despedido a su felicidad. Una vez acomodada su tristeza, le hacía rechazar cualquier cosa que pudiera traer de vuelta a su felicidad. En estas ocasiones, la tristeza tomaba el control. Aunque algo que la tristeza no puede aplacar, es la figura que su mente ocupaba, e iba a intentar verle.
Sus intentos se ven fallidos, ante la presencia inminente de la tristeza, que no demuestra interés alguno en marcharse.
Habiendo cedido su habitación a la tristeza, se encontraba moralmente derrumbado ante la también llegada de sus recuerdos.

Caprichos de la vida, quizá, le hacían pasar por esos momentos. Habiendo renunciado al control de sus pensamientos, oía un sonido diferente al de la tristeza. Levantando la mirada vio que esa acompañante se dirigía a la puerta, y quien le invitaba a la habitación era la imagen que rondaba su mente, y que todavía perseguía.
Le invitó a pasar, y vio que la felicidad estaría con ella.

Fue decidido a la puerta, y viendo su tristeza a través de la ventana, cerró con seguro.
"Lamento el mal rato", le dijo a su felicidad; "adiós", dijo a su tristeza.
"Descuida", respondieron ambas.

sábado, 8 de febrero de 2014

ventana

Como inspeccionando cada elemento de su acompañante, los amantes se veían en silencio, sin juzgar, sólo observando. Cada uno se veía reflejado en el otro, más allá de lo que la imagen en sus pupilas les permitía ver. Inmerso uno en el mar del otro, los amantes eran felices. Sin planes ni asuntos pendientes, ocupaban sus tardes con simplemente darse compañía. Una tarde, fresca y con aires de amor, abrieron sus ventanas el uno al otro, y la naturaleza de uno fue la naturaleza del otro. En silencio, permitían el paso del otro. En silencio, la mente de uno la ocupaba el otro.
Loa ruidos de afuera dejaron de ser ruido. Dejó de haber afuera. La habitación era todo cuanto hacía falta existir. La habitación era todo cuanto existía.
Mientras estuviera uno, sabía que el otro existiría.
Uno al otro se acompañaban a estar.
Ambos, eran.
Ambos, son.

jueves, 6 de febrero de 2014

mariposas

Pasivo ante mucho de la vida, y de ánimos en constantes cambios, el hombre hace lo que más sabe, pero no porque le guste, sino porque es lo que ha hecho desde hace muchos años.
En su sala de estar llama la atención una ventana abierta por la cual entra una mariposa. La mariposa más amarilla que había visto jamás. También, la más bonita.
No era una persona a quien le gustaran mucho, sin embargo, la presencia de aquella criatura le hizo pensar en algo agradable; en ella misma.
Se fijaba en lo delicadas y aún así firmes de sus alas, maravillando su mente pensando qué tantos sitios habría recorrido, y qué tantos aromas habrían pasado a través de ellas.
La mariposa voló suavemente por la habitación, y terminó posándose en la mano del hombre, quien se la había tendido con esa intención.
La mariposa se movía por su mano y subía por su brazo. Mientras, la mente del hombre se despejó ante el contacto de tan maravillosa criatura. Por primera vez, algo le había hecho no pensar, y sólo contemplaba la mariposa con una sonrisa.
La mariposa subió, y con una sonrisa, se posó en sus labios.
Ante sus ojos, se había transformado.
Era ahora, quien más disfrutaba ver, y si no podía, en quien podía pensar.

Seguía posada en sus labios.

martes, 4 de febrero de 2014

cm

En ocasiones se veía a sí mismo, y se veía lejano.
En ocasiones le veía a ella, y le veía lejana.
La distancia que su mente creaba crecía, y luego desaparecía por completo.
Teniéndole cerca, le pensaba; teniéndole lejos, le deseaba.
Su mente andaba ocupado en su pensamiento favorito.
Ella, siempre ella.
En su mente aparecía sin adornos, y tan sólo la imagen de ella le inundaba por completo, tanto, que incluso sentía el peso de su mente sobre él, y se perdía pensando.
Incluso a veces se veía taciturno buscándole en sus pensamientos, aún teniéndole consigo.
Pero más que pensarle, le gustaba ser interrumpido. Interrumpido por ella.

En ocasiones le veía a ella, y se veía a sí mismo.

domingo, 2 de febrero de 2014

recuerdo

Por su mente rondaba el pensamiento de ella, aún teniéndole enfrente; ocupaba su vista, su mente y su ser. Simplemente se miraban sin decir palabra alguna, mientras con su mano la recorría, ida y vuelta. Regresaba a ella, ida y vuelta.
De vez en cuando creía que su mente le jugaba alguna broma. Que ella no estaba ahí, que despertaría en cualquier momento próximo. Pero el miedo a eso despareció, junto con ese pensamiento. Estaba bien despierto, y sabía que igual, al soñarle, le tendría.
Sus miradas se encontraban, se perdían, y encontraban a cada uno. Les encontraba juntos, los encontraba en uno.
Muchas veces se sentía fuera de lugar, no porque pensara que ello no podía ser real, sino porque no hubiera pensado ser feliz donde antes sólo la melancolía le acompañaba. Sí que era real. Sí que era feliz.
Sus manos le seguían recorriendo. Sus manos le seguían encontrando.
Cada dedo se encontraba con su par, llevando la conversación que sus voces no proyectaban.
"te quiero" decía un dedo.
"te quiero" le respondía el otro al encontrarlo.
"te quiero" se decían los diez.
"te quiero" se decían los dos.

Para este entonces, el sueño terminaba y él despertaba.
Por fortuna, no había sueño del que despertar.
Le seguía viendo, creando memorias.