jueves, 12 de marzo de 2015

4 meses y 20 días en Chile

Antes de empezar con la historia tengo que aclarar lo que son los "mechones" y el "mechoneo". Los mechones son los estudiantes de nuevo ingreso de las universidades (o sea los nuevos), y el mechoneo es la costumbre que tienen los estudiantes de años avanzados (generalmente los de segundo) de hacerles bromas a los mechones. Hasta aquí bien. Mi hermana me había comentado de la clase de bromas que hacían, y me parecía que era la clase de cosas que dice cualquier persona para asustar a los nuevos, en plan que les meten la cabeza en los retretes y cosas así. Parece que la costumbre más común en el mechoneo es reunirlos, y allí tirarles desde harina, pintura, vinagre, mayonesa, rasgarles la ropa y quitarle las mochilas, y mandarlos a pedir dinero fuera de la facultad, y con el dinero recaudado, hacen un carrete (fiesta). Pensaba que era mentira. Dicho esto empiezo a contar mi día 144 en Chile.

Hoy fue el cuarto día que fui a la Universidad. El día anterior era el inicio de clases para todos los demás estudiantes, no sólo los mechones, así que el transporte público estaba abarrotado, y el camino a la Universidad me tomó cerca de hora y media, cuando antes me tomaba unos 35 - 40 minutos, por lo que hoy (y desde ahora) me desperté más temprano, a las 6:30.
Según el horario, tenías laboratorio de química hasta las 7:30pm, y aunque no habíamos visto nada de clases, pensábamos que al menos veríamos algo, así que pensando que saldría tarde, la llave del apartamento se la llevó mi hermana, porque ella debía llegar antes que yo. Salimos de clases a las 12:30. Cuando salí de la facultad, me di cuenta que el teléfono se había quedado sin megas, por lo que no podría avisar a mi hermana, para ir a buscar la llave a su trabajo o algo así y, además de eso, que quedaba poca batería. Fino. Sigo caminando y veo a los primeros mechones evidentemente mechoneados: tenían gran parte del cuerpo y el cabello cubierto de harina, con pintura en las piernas y brazos, la ropa un poco rasgada y fuerte olor a vinagre. Caminé un poco más y vi a dos más, a tres y a cuatro, unos mas sucios que otros. Por compañerismo le di $100 a uno. Compañerismo supongo, aunque no he hablado con nadie. Ya que tenía un espacio de 5:30 horas en que no podía entrar a casa, paseé por el centro comercial que hay a dos cuadras de la facultad, y por pasear me refiero a que me compré dos donas y una bebida. Luego de caminar un poco me fui a la casa, decidí esperar por allí cerca. En la micro (bus) me estaba durmiendo, así que me bajé un poco antes y decidí caminar hasta la casa para no dormirme. Antes de ir a la casa me fui al centro de arcade de allí cerca, pues tenía unas monedas y quería probar el guitar hero. Puse las dos monedas y sin querer lo puse en difícil. No sabía que canción era, y 10 segundos después me marché de allí. Decidí ir a un cajero a recargar saldo para tener megas en el teléfono y por lo menos hablar mientras durara la batería. Al hacer la cola, y seleccionar la recarga de saldo, decía que la operación no estaba disponible. Retiré dinero y fui a recargar a un quiosco. Llegué a la puerta del apartamento a las 2:30. Me senté un rato, y cuando apagué el teléfono, me quedé dormido unos 40 minutos allí, en el pasillo, hasta que el ruido del ascensor y la escoba del encargado de limpieza se asomó y me hizo saber que tenía que pararme. Di una vuelta hasta la Plaza de Armas, pues tenía el almuerzo que había llevado a la universidad y pensaba comérmelo, pero no había ningún asiento fuera del sol que estuviera libre, así que fui a sentarme a los bancos que están frente al edificio y allí me quedé hasta más o menos las 4:30 (lo supe porque un señor que hablaba por teléfono dijo la hora). Al cabo de un rato una señora llegó diciendo que se había doblado el pie, si le podía dar el asiento. Sin problemas me paré y fui a un negocio que había visto varias veces, y decidí comprar maní, y me devolví a sentarme a los bancos de la acera de enfrente, y cuando saqué mi comida, la señora estaba sentada todavía, comiendo un helado. Al cabo de un rato, ya había terminado de comer, se sentó una señora, y yo saqué mi cuaderno de matemáticas y empecé a resolver el ejercicio que había mandado el profesor en la clase de hoy, y noté que la señora me miraba. Al terminar lo guardé, y la señora me preguntó "¿Qué estudias?", y allí empezó una conversación que marcó el resto del día.

Matemáticas, le respondí.

Estudie, estudie mucho y estudie lo que quiera. No termine como yo: me despierto a las 4:40am, para ir a trabajar donde la paga es poca, con personas con mala educación y no me toman en cuenta. Por no querer estudiar... y pude hacerlo. -Como es natural en mí, no sabía qué responder, así que ella siguió- ¿Eres de Chile?

No, de Venezuela. -Tras explicarle por qué me había venido a Chile, respondió.

A veces me pregunto en qué mundo vivimos... ¿Pareja?

Sí, en Venezuela.

La conversación siguió un poco más hasta que empezó a tornarse más profunda.

Hace poco vi en la televisión -empezó ella. Hablaba calmada siempre, pero con algo de angustia-, que no debería ver televisión, sufro de depresión y lo tengo prohibido, un reportaje sobre los extranjeros... Salió este señor, xenófobo, que decía que todos los extranjeros debían irse a su país... Afortunadamente luego salió un grupo de jóvenes, diciendo que todos vivíamos en la tierra, y deberíamos poder estar donde queramos, sin problemas. -En palabras de ella- Esto se llama Chile... pero también se llama Venezuela; también se llama Perú, también se llama Bolivia. Se llama Inglaterra, se llama Estados Unidos...

Se llama tierra, le dije yo.

Seguimos hablando y me contó cosas de su vida que creo omitiré, pero tras mas de 30 años de matrimonio, su esposo de 54 años la dejó por una mujer de 24, hace dos años. Su perro había muerto hace 1 año. Sus hijas ya eran graduadas y profesionales.

"Tengo una bañera de 1.80m, un comedor para ocho personas, una cocina grande con más de seis platos, un sofá para 8 personas... y a veces sólo me siento ahí, y estoy completamente sola" Me dijo que se quería morir, y no como lo dice alguien estresado, con un toque de broma y de chiste; lo decía en serio. Como siempre, no supe qué responder. Los fines de semana, trabajaba en un sitio donde estaba su ex esposo.
Había conocido a un hombre, con sus propios problemas, en los que ella no podía hacer nada, y eso la agobiaba, pero salía con él.
"¿Sabes por qué me quiero morir? Porque él me ama, y yo amo a mi ex esposo."
Luego de un rato, el hombre con quién salía estaba en la acera de enfrente.

"Chao hijito, la mejor de las suertes, y éxitos."

Ella mantuvo la misma voz serena y calma toda la conversación. Le sonreí de verdad, y le deseé lo mejor, que lograra cambiar algo. Dicho eso, la señora se marchó, y yo me quedé un rato más allí sentado, meditando todo.