lunes, 25 de agosto de 2014

Desastre

La vida verdaderamente a veces pareciera caernos a patadas, y algunas veces (muy pocas veces), decide variar, y escupirte un poco. Pero hay otras veces, que lo difícil no es que pasen, sino lograr verlas. Estas circunstancias en la vida suelen disfrazarse y hacerse pasar por imposibles e inexistentes, pues, efímeras, muchas veces no nos damos cuenta de lo bien que estamos. Pero hay veces en que ver estas oportunidades se hace imposible, y a veces pensamos que sonreír en simplemente algo inalcanzable, y no podemos sino preguntarnos "¿por qué?"
Las despedidas, por ejemplo, son un desastre. Hay personas que pensar en dejar atrás te destruye, y no ves cómo sacar algo bueno de eso. Y no, no puedo creer que deba despedirme. Este año, por primera vez en mi vida me sentí vivo; me sentí querido por las personas a mi alrededor, me sentí odiado, ignorado, feliz... me ha pasado de todo. Me enamoré y alguien se enamoró de mí, y pasé los mejores meses de mi vida. Era de verdad feliz.
Y es un desastre que la felicidad acabe.
Mis noches ya no son felices, recordando lo que ha pasado en el día y riendo tontamente. Mis noches no son pensando qué cosa buena me pasará esta semana, qué tanto sonreiré. Mis noches son tristeza, pues, aquí dejo mi vida. Todos mis conocidos; mis amigos, mi familia, mi felicidad. Así que sí, me cuesta ver lo bueno que saldrá de todo esto mientras mis ojos están empapados, pero en algunos momentos de lucidez, veo alguna pequeña luz de lo que todo podría traer.
También a veces soy feliz recordando lo bueno que me ha pasado. He pasado el mejor tiempo de mi vida, y llevarme todos esos recuerdos... gracias. Recuerdo muchas sonrisas, y también recuerdo dolor; todo parte de vivir, ¿no? Por primera vez he llorado por alguien, por sentimientos.
Por primera vez, supe lo que era la felicidad.
Y estoy feliz de que si me voy, sea luego de un año como este.
A todos, gracias.
Sean felices, y déjenme serlo junto a ustedes, porque se que no los dejo atrás.