martes, 27 de agosto de 2013

/Descanso/

Desperté.

Salí de mi sueño, pero no recordaba haber tenido uno.
¿Cuándo me metí en la cama? ¿cuándo pensé en dormir? ¿cuándo dormí?
No lo sabía, pero la sensación no era otra más que esa, despertar de un sueño, pero, ¿qué soñé?
A pesar de haber despertado, todo estaba negro.
Quizás era de noche, pero nunca había visto tal oscuridad.
Miraba hacia los lados buscando alguna luz, o quizás algún sonido, pero parecía no haber nada.
Estaba solo.
Al cabo de un rato, me di cuenta de que no sentía estar apoyado sobre mi cama, no estaba apoyado sobre nada. ¿Estaba flotando?
Eso parecía ser, flotaba, pero, las personas no flotan, ¿o sí?
A pesar de no saber dónde estaba, o cómo flotaba, no sentía miedo.
O quizá sí, pero ya me había acomodado a él.
De cualquier manera, cómodo o no, seguía flotando en la oscuridad.
Mi cuerpo no se sentía pesado, movía mis brazos y... ¿de verdad los movía?
Sentía moverlos hacia mi cara, pero nunca los sentí llegar.
¿Estaba desorientado por la oscuridad?
Quizá no estaba acostumbrado a flotar.
Empecé a escuchar un sonido.
¿Era mi mente que empezaba a sentirse sola?
El sonido... no se de qué es.
Lo escucho, pero no se de dónde viene, qué lo hace.
No se si es fuerte, no se si es apenas audible, pero se que lo escucho.
¿Debería moverme a hacia él?
Quizá es la salida, o... ¿estoy realmente atrapado?
Intenté enfocarme en saber de dónde venía, pero mientras lo hacía, dejaba de escuchar.
Cuando quedaba en silencio, luego de un rato, volvía a oírse.
Vez tras vez, si intentaba identificarlo, desaparecía.
Dejé de querer saber que era, solo lo oía, y volví a lo de antes.
¿Dónde estaré?
¿Cuánto llevo aquí?
¿Aprendí ya a flotar?
Cuando el sonido me inundó, una imagen empezó a aparecer.
¿Era una persona?
Parecía ser... ¿yo?
Acostado en la cama, yacía mi cuerpo inmóvil.
¿Estaba muerto?
Mientras más parecía acercarme, más familiar se me hacía aquella expresión.
Cuando estuve ya muy cerca a mi cuerpo, el sonido empezó a transformarse.
Era una voz, una voz muy dulce.
Quizás estaba muerto, después de todo, me estoy viendo a mí mismo desde fuera.
La voz me hablaba. Parecía entender lo que decía, pero no le escuchaba con claridad, como si mandara la información directamente hacia mí.
¿De verdad estaba hablando?
¿De verdad veía a mi cuerpo?
¿De verdad estaba flotando?
Ya es hora, dijo la voz.
¿Hora de qué? ¿le habla a mí o a mi cuerpo? ¿puede la voz escucharme? o mejor, ¿puedo hablar?
Hay que volver, dijo, refiriéndose sin duda a mí.
¿Había alguien más aquí después de todo este tiempo?
Vamos, hay que ir.
Ir...¿a dónde hay que ir? ¿no estoy donde debo?
Vuelve.
La sensación parecía de... ¿estaba entrando a mi cuerpo?
¿No había muerto?


...


Desperté feliz, pues había conocido a una dulce voz.

¿De verdad aprendí a flotar?


@Fusamuke

lunes, 12 de agosto de 2013

De no-muertos y otras cosas. 1.

Día de buscar provisiones.

-¿Están todos listos? ¿tienen su equipo? -Pregunta Jo, quien hacía de líder en la jornada de hoy.
-Listo. -Respondimos, casi al unísono, los otros tres integrantes.
-De acuerdo. Ya nos vamos. Por favor, cuide de los demás, señor Al. -Dice Jo, mirando al resto del grupo.
-No te preocupes. Vayan. -Dice seguro el señor Al.

Nos habíamos cambiado de lugar de residencia hace cosa de tres días, y ya era el momento de buscar provisiones. Teníamos suficientes, pero tenemos que estar en búsqueda constante porque, además de llevar para el grupo, dejábamos armados paquetes con suministros a las afueras de donde los cogemos, para ayudar a los demás grupos de supervivientes, si es que los hay.
En total somos un grupo de trece personas: el señor Al y su esposa, Rebecca, junto a su hija. Una joven pareja que se nos unió hace poco: Katherine y Rodrigo. Un grupo de cuatro amigos adolescentes: Victoria, Rafael, Susan y Megan, y luego estamos nosotros, el grupo de reconocimiento. En el grupo somos Jo, quien hace de líder la mayor parte del tiempo, Sebastián, un joven que inspira confianza, y luego estamos Luna y yo, quienes hemos entablado una amistad desde tiempo antes de que entráramos al grupo. En realidad, todos en el grupo tuvieron que hacerse amigos para poder ir confiando el uno del otro, y a día de hoy, luego de casi dos años, funcionamos bien.
De una forma u otra, en todo este tiempo, hemos encontrado armas, o en su defecto, las hemos fabricado, pero como hemos frecuentado varias tiendas en que vendían artículos como cuchillos o sables, las armas improvisadas son poco usadas.
En el grupo de reconocimiento todos llevamos armas de fuego, pero evitamos usarlas. Tenemos suficientes armas para todo el grupo, pero solo las usamos de primera opción cuando vamos a mudarnos, para mayor seguridad.
Luna lleva algo como un sable de madera, bastante efectivo para daño contundente; Jo lleva un sable mediano; Sebastián lleva una especie de machete, y yo un cuchillo al estilo de carnicero asesino de los que aparecían en películas. En realidad cada uno lleva varias armas de acceso rápido, por si se presenta un apuro.
En cuanto salimos de nuestra residencia actual, podíamos ver a los caminantes que se giraban para vernos; algunos parecieron no prestar atención, pero otros sí tomaron dirección hacia nosotros. Ya que estaban algo lejos, no hacía falta molestarse, así que fuimos a paso rápido hacia el mercado de por allí cerca. No sabíamos cómo era por dentro, porque sólo lo habíamos visto cuando llegamos, así que no sabemos qué pueda o no haber, ya sean artículos o más de esos monstruos.

-Espero que el sitio no esté infestado por estos bichos. -Decía Luna mientras pasaba por encima de un cuerpo en el piso.
-Y yo espero que no haya sido revisado antes, como los otros lugares. -Dijo Sebastián, en voz baja, haciendo notar que el pensamiento de verdad cruzaba su mente.
-Sí. Los otros grupos de supervivientes no son como nosotros. No toman en cuenta los demás y simplemente van y agarran todo, y lo que no les sirve, lo dejan tirado. -Dije.
-Allí está el mercado, vamos. -Dijo Jo, sacando su pistola. Nos dio una mirada para hacernos saber que teníamos que hacer lo mismo, pero ya estábamos armados.

Siempre que íbamos a un sitio por primera vez, nos acercábamos con las armas de fuego, ya que no sabíamos que tantos caminantes habría por la zona.
Era evidente que otros grupos ya habían venido al mercado, pero incluso a lo lejos, se veían artículos, así que al menos supimos que vacío no estaba. Luego de un rato no vimos a ningún cadáver andante de esos, así que cambiamos las armas.
Cuando llegamos a la entrada vimos que habían más cosas de las esperadas. Cosas buenas, y también malas. Habían más caminantes de lo esperado, pero igual entramos.
Jo y Sebastián se encargarían de armar las provisiones para los demás supervivientes, mientras que Luna y yo armábamos los paquetes para nosotros.
Mientras Luna y Jo iban agarrando víveres, Sebastián y yo nos encargábamos de los caminantes que se acercaban a nosotros.
Al principio de todo esto, eliminar a alguna de esas cosas se nos hacían difícil, ya que es bastante asqueroso, pero para bien o para mal, nos hemos insensibilizado desde entonces, y cortar la cabeza de uno de esos monstruos no era tan repugnante como antes.
Tuvimos que eliminar a varios que se iban acercando hacia nosotros por los pasillos, incluso alejarnos un poco para asegurar que Luna y Jo pudieran coger los suministros necesarios. Incluso tuvimos que armarnos a dos manos, así que saqué un cuchillo que llevo en el cinturón.

-¿Todo bien allá? -Nos preguntaba Luna cada cierto tiempo.
-Sí, -respondía Sebastián- solo preocúpense de recoger lo necesario.
-Okay.

Luego de un rato, parecía que ya estábamos listos para armar los paquetes, así que nos pusimos a ellos. Eliminamos un par más, y cada uno fue con su compañero.
Sebastián era bastante decidido y rápido. Podía pasar de una de esas cosas a otra más rápido que cualquiera de nosotros, y no dudaba en clavar su arma en la frente de ellos.

-Vale, ya estamos, empecemos. -Dije al llegar con Luna y agarrar unas latas de lo primero que tuve a la mano.
-Está bien. Pongamos tres de estas en cada una. -Decía- De estas otras no hay muchas, así que si pones de aquellas, no pongas de estas... -iba dando instrucciones muy rápidamente. Ella era la más inteligente del grupo, podía pensar muy bien en todo lo correspondiente a la organización, y gracias a ella, nunca hemos caído enfermos por una mala comida, o cualquier cosa- Ok, ya armamos una. Átala mientras empiezo con la otra.

Jo y Sebastián armaban rápidamente sus dos paquetes de provisiones, sin agarrar mucho, para que alcanzara para nosotros.
De cuando en cuando Sebastián y yo debíamos pararnos para alejar a los que se acercaban a nosotros, pero luego de un rato, teníamos las provisiones listas.

-Ya estamos listos, -anunció Jo- despejen el camino.

Ya que Luna y él llevaban los suministros, Sebastián y yo nos encargábamos nuevamente de los caminantes. Para suerte ya no habían muchos, así que no había mucho que hacer.
Una vez afuera, nos repartimos el peso, y dejamos los otros paquetes fuera del mercado

Ha ido bien. -dije- Creo que el mercado puede alcanzarnos por unos meses.
Sí, podremos quedarnos aquí por un tiempo -dijo Luna, sonriendo.

El camino de regreso a la residencia fue más ameno. Ya teníamos los bolsillos llenos, y la preocupación por el mercado ya no estaba, así que esa noche, podríamos dormir bien.

Una vez de regreso a nuestra nueva casa, nos pusimos a comer todos. Como siempre, el señor Al había hecho un trabajo excelente protegiendo a los demás, aunque siempre le daba el crédito a los otros.
Igual que el escuadrón de reconocimiento, está el de defensa de la casa: el señor Al, Rodrigo, Katherine y Megan formaban ese grupo. El grupo básicamente daba patrullas por los alrededores, asegurando que no se reúnan muchos caminantes, y de siempre tener una ruta de escape, en caso de emergencia.

A diferencia de cuando este grupo empezó, la hora de la comida ya no era triste. Antes todos estábamos callados, pensando en todo lo que habíamos perdido. Ahora, cuando nos toca comer, conversamos todos, ya que no pensamos en lo que perdimos, sino en lo que ganamos.
Por momentos, éramos felices.

-Fue un buen día -me dijo Luna, cuando íbamos a dormir.
-Sí, lo fue. -respondí- Buenas noches.