domingo, 24 de noviembre de 2013

|sueño|

El hombre realizó que se encontraba en un sitio que obviamente no era su hogar. La imagen no era clara, pero sabía que estaba sentado, y apoyado sobre una mesa. Luego de unos instantes, sobre su mesa logró ver una taza de café, de tamaño mediano. Tras mucho verla, y mucho pensar si podía o no tomar de ella, decidió beber el que suponía era su café. En el momento en que decidió eso, un hombre se sentó a su lado, también con una taza. El recién llegado le felicitó, y le estiró la mano, "¡ya era hora!", exclamó, y dio un sorbo a su taza. Mientras el hombre agarró su taza, una segunda persona se sentó en la mesa. "¡bien por ti!" Le felicitó, y bebió de su café. El hombre levantó su taza, y la iba subiendo hasta sus labios con pulso tembloroso, pero decidido. Una tercera persona le dio una palma desde atrás con una sonrisa, para luego sentarse, y beber de su café.
El hombre, por fin feliz, estaba ya a poco de poder probar su café, y se dio cuenta de que había aparecido más gente, y les estaban aplaudiendo, y felicitando. Se llevó la taza de café casi a los labios, y pudo sentir perfectamente el olor no en su nariz, sino en su corazón.
Sin embargo, su felicidad no duró mucho. Las demás personas de su mesa, habían ya terminado su café, y sólo hablaban entre ellas, y también, la gente que les admiraba, sólo lo hacía a ellos, y se dio cuenta, que no habían notado su presencia en ningún momento.

Cabizbajo, el hombre se levantó, y echó su taza a la basura.


viernes, 22 de noviembre de 2013

/café/

7am.

El hombre, todavía cansado por el día de ayer, y por el día antes de ayer, el anterior, y todos cuanto ha vivido, logró levantarse una vez más de su cama para ir al trabajo. Estaba muy cansado y somnoliento, y ni la  ducha matutina, desde hace tiempo, lograba hacerle espabilar. En la ducha, o quizá ya en su vida diaria, no era él. Despertaba inconsciente de sí, y se bañaba sin siquiera fijarse en qué hacía. Ya no necesitaba prestar atención. Salió de la ducha con su alma y voluntad aún en la cama, donde cómodamente se habían instalado desde hace mucho tiempo. Su cuerpo se movía hacia la cocina, sacando utensilios de cajones y estantes a los que ni necesitaba ver, pues no los había cambiado de lugar. Pero, algo sí había cambiado. Se fijó en uno de los estantes, y vio el envase de color marrón que decía, en unas letras que no llamaban ningún sentimiento "café". Tras unos minutos observándolo, lo tomó.
Quizá una bebida caliente iba a despertarle un poco. Quizá algo diferente lo haría.
Preparaba el café con un poco de miedo. Miedo de estar perdiendo su tiempo, pero aún así, decidido a preparar el mejor café que sus manos le permitieran.
Por primera vez en mucho tiempo, su voluntad se levantó de la cama, invitando a su alma a ver el espectáculo.
El café estaba listo.
Estaba allí, en su taza, y el olor y apariencia que tenía era la de un café delicioso, tanto, que su alma estaba inquieta, deseando que la bebiera, y poder por fin despertar.
Sin embargo, el hombre se quedó mirando a la taza, incapaz de tomarla y beber de ella.
Su alma echó a llorar, y su voluntad fue a consolarle a la habitación, mientras el hombre volvió a no ser nadie, y se fue a trabajar.
Al llegar la noche, se le había olvidado cualquier indicio de la taza, y su alma le apartó el lugar en la cama.

7:30am, una semana después.

Nuevamente, el hombre se encontraba frente a la taza de café, pero esta vez la sostenía, y aún así, fue incapaz de beber.

Su alma y voluntad no habían vuelto a levantarse.