domingo, 7 de julio de 2013

Oso del hielo.

El hombre estaba solo. Lo había estado siempre, y nunca había sido problema. Al menos, hasta ahora.
Sentía una soledad que nunca había sentido, una soledad que dolía.
Habían pasado cerca de 8 meses desde que había visto a alguien semejante a él. 8 meses llevaba caminando por la nieve, esperando encontrarse con alguien que nunca aparecía. Tenía provisiones de comida, por lo que era más probable que muriera de soledad antes que de hambre.
2 meses atrás fue la última vez que vio a un ser vivo, un oso, el oso con el pelaje tan blanco como la nieve que el viento llevaba, y con unos profundos ojos negros. El oso estaba débil, y estaba a nada de morir. El hombre se quedó con él, cuidándole lo más que pudo. Alrededor de una semana después de haberse encontrado con el oso, él murió, pero más feliz de lo que había estado nunca.
El hombre había hecho una especie de gorro con la piel del oso, y siempre lo llevaba. Siempre llevaba a su amigo, el único del que tenía recuerdos.

El hombre caminaba, con el único propósito de no quedarse quieto, sin algún rumbo fijo, cuando les vio. Era una manada de lobos, alrededor de 7, y se les veía felices. Se acercó a ellos sin temor a ser atacados, puesto que él tampoco iba a atacarlos, y se sentó muy cerca de ellos. No le importaba si le ignoraban, el tenerles alrededor era suficiente para él. Los lobos estaban jugando, corrían de un lado a otro, y el hombre solo podía mirarles y sonreír. Luego de unas horas, y antes que el hombre se diera cuenta, estaba jugando también con los lobos. Pasaron varias horas antes de que incluso él se quedara dormido, alegre, por primera vez en 2 meses.
La siguiente mañana, supo que tenía que seguir su camino. La soledad todavía era parte de él, pero la noche con los lobos le había servido de mucho más de lo que hubiera pensado. Se despidieron, y tomaron caminos diferentes.

Siguió caminando, siguió viviendo, siguió solo.
Pero lo encontró.
Había otra persona, y se dirigía hacia él, caminando lentamente. Ambos se acercaron, y repentinamente, empezaron a luchar. Las dos personas no se habían mirado, y golpe tras golpe, la peleaba continuaba.
Luego que la pelea llevara un rato, las dos personas empezaron a sonreír, y tras cada golpe, sus sonrisas eran más grandes y llenas de vida.
Tan repentinamente como empezó, la pelea acabó, solo que ahora ambos sonreían.
Las dos personas se acercaron, sonriendo, y sin siquiera verse a los ojos todavía, y se abrazaron. Duraron varios minutos antes de que el abrazo terminara, y cuando llegó a su fin, ambos se vieron, y se sonrieron de corazón. Ambos estaban inmensamente feliz, ambos habían deseado eso durante mucho tiempo, y sabían que eso les iba a dar fuerzas para seguir sus caminos. Dejaron de mirarse, pero sin dejar de sonreír.
Hombre y desconocido, siguieron sus caminos.



@fusamuke

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