domingo, 19 de enero de 2014

museo

Fue entonces que, estando uno en los brazos del otro, supo que ella le veía a través del cristal tal como él lo había hecho. Él era el cuadro que ella no quería dejar de mirar, el cuadro que soñaba con poder tener para ella. Ambos se descubrieron observantes y observados uno del otro.
Ambos esperaban el beso que cada día pasaba en sus mentes. El primero, marcó el inicio de su partida.

El museo cerró, habiéndose ido sus mejores obras junto a sus mejores visitas.
Se exponían ahora el uno al otro, sin cristales, sin barreras.

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