veía el hombre los cristales romperse;
sentado, lloraba,
veía caer la piedra que él mismo lanzó,
atravesar sus cristales y, misteriosamente,
volviendo a él.
se veía él mismo romperse,
sus cristales lo atravesaban,
y al terminar,
él era la roca.
se cortaba al recoger las piezas,
pero le dolía verlas allí;
se cortaba para sentir que lo arreglaba,
pero sólo esparcía los pedazos.
se desangra, desesperado,
con trozos aún en sus manos,
y con su piedra en la otra·