jueves, 6 de febrero de 2014

mariposas

Pasivo ante mucho de la vida, y de ánimos en constantes cambios, el hombre hace lo que más sabe, pero no porque le guste, sino porque es lo que ha hecho desde hace muchos años.
En su sala de estar llama la atención una ventana abierta por la cual entra una mariposa. La mariposa más amarilla que había visto jamás. También, la más bonita.
No era una persona a quien le gustaran mucho, sin embargo, la presencia de aquella criatura le hizo pensar en algo agradable; en ella misma.
Se fijaba en lo delicadas y aún así firmes de sus alas, maravillando su mente pensando qué tantos sitios habría recorrido, y qué tantos aromas habrían pasado a través de ellas.
La mariposa voló suavemente por la habitación, y terminó posándose en la mano del hombre, quien se la había tendido con esa intención.
La mariposa se movía por su mano y subía por su brazo. Mientras, la mente del hombre se despejó ante el contacto de tan maravillosa criatura. Por primera vez, algo le había hecho no pensar, y sólo contemplaba la mariposa con una sonrisa.
La mariposa subió, y con una sonrisa, se posó en sus labios.
Ante sus ojos, se había transformado.
Era ahora, quien más disfrutaba ver, y si no podía, en quien podía pensar.

Seguía posada en sus labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario