sábado, 7 de diciembre de 2013

luz

Con los primeros rayos de luz que entraron por la ventana, el hombre salió de su sueño, y despertó sin pereza alguna. En cosa de segundos recordó toda la noche anterior, e inevitablemente esbozó una sonrisa de inmensa felicidad. Su pareja estaba allí, a su lado, todavía con su mente en un lugar lejano al que él estaba. Quizá soñando con él, con el espacio, con el mar o con cualquier cosa, pero se le veía dormir profundamente. Su figura durmiente no hacía más que enamorarle, y lo menos que pudo hacer fue posar sus labios sobre los de su acompañante, y aunque no se despertara, una sonrisa apareció en su rostro. El hombre, sin hacer mucho ruido, se levantó de la cama y se dispuso a vestirse.
Abrió la puerta y antes de salir de la habitación, murmuró algunas palabras y sonrió. Fue hasta el jardín, decidido a inundarse de vida. Llegaron los dos cachorros, mascotas de su pareja, a los que tanto cariño les había tomado, y antes de que se diera cuenta, estaba jugando con ellos.
Volvió a la casa, y decidió preparar el desayuno para su pareja, que debía estar por despertar. Mientras todo se cocinaba, subió para ordenar el cuarto. Todavía estaba, sobre la mesa de noche, la flor que le había regalado la noche anterior. Con una sonrisa, la agarró y la colocó en el florero.
Antes de salir, se volvió, y dio otro beso a su pareja, quien todavía dormía.
Una vez abajo, colocó el desayuno en un plato, sirvió un vaso de jugo, y marchó hacía la puerta.
Sabía que era el final, y estaba feliz con ello pues, noche tras noche, cada final le iba enamorando más.

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