viernes, 22 de noviembre de 2013

/café/

7am.

El hombre, todavía cansado por el día de ayer, y por el día antes de ayer, el anterior, y todos cuanto ha vivido, logró levantarse una vez más de su cama para ir al trabajo. Estaba muy cansado y somnoliento, y ni la  ducha matutina, desde hace tiempo, lograba hacerle espabilar. En la ducha, o quizá ya en su vida diaria, no era él. Despertaba inconsciente de sí, y se bañaba sin siquiera fijarse en qué hacía. Ya no necesitaba prestar atención. Salió de la ducha con su alma y voluntad aún en la cama, donde cómodamente se habían instalado desde hace mucho tiempo. Su cuerpo se movía hacia la cocina, sacando utensilios de cajones y estantes a los que ni necesitaba ver, pues no los había cambiado de lugar. Pero, algo sí había cambiado. Se fijó en uno de los estantes, y vio el envase de color marrón que decía, en unas letras que no llamaban ningún sentimiento "café". Tras unos minutos observándolo, lo tomó.
Quizá una bebida caliente iba a despertarle un poco. Quizá algo diferente lo haría.
Preparaba el café con un poco de miedo. Miedo de estar perdiendo su tiempo, pero aún así, decidido a preparar el mejor café que sus manos le permitieran.
Por primera vez en mucho tiempo, su voluntad se levantó de la cama, invitando a su alma a ver el espectáculo.
El café estaba listo.
Estaba allí, en su taza, y el olor y apariencia que tenía era la de un café delicioso, tanto, que su alma estaba inquieta, deseando que la bebiera, y poder por fin despertar.
Sin embargo, el hombre se quedó mirando a la taza, incapaz de tomarla y beber de ella.
Su alma echó a llorar, y su voluntad fue a consolarle a la habitación, mientras el hombre volvió a no ser nadie, y se fue a trabajar.
Al llegar la noche, se le había olvidado cualquier indicio de la taza, y su alma le apartó el lugar en la cama.

7:30am, una semana después.

Nuevamente, el hombre se encontraba frente a la taza de café, pero esta vez la sostenía, y aún así, fue incapaz de beber.

Su alma y voluntad no habían vuelto a levantarse.




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